Artículos de editorial. - Misión Católica en Lengua Española

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Artículos de editorial.

EDITORIAL

"HACED LO QUE ÉL OS DIGA"
 
 
    No hace muchos domingos, el 14 de enero concretamente, recitábamos y repetíamos en la celebración de la Santa Misa la antífona del Salmo Responsorial: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”. Es fácil poner esa frase en los labios, lo difícil es hacerla vida.

    Fíjate lo que pasa cuando cambiamos un pequeño pronombre personal tónico; en vez de “tú”, pongamos “mi”. Y así queda: “Aquí estoy, Señor, para hacer MI voluntad”. No hace falta ningún comentario.

    En las bodas de Caná, ante la falta de vino (= falta de dones sobrenaturales en la comunidad para vivir en caridad), la Virgen María, Madre de Dios, nos pide con amor de Madre: “Haced lo que Él os diga”. (Jn 2, 5). Puede parecer fácil saber lo que Cristo quiere de cada uno, pero, cuidado, hay que discernir bien, porque nuestra naturaleza caída y debilitada por el pecado original nos puede jugar malas pasadas. De hecho, así ocurre algunas veces.

    Déjame que comparta una pequeña y bonita historia. Nuestra Misión Católica en Lengua Española de St. Gallen, cuenta -junto con otros tantos- con un maravilloso equipo de personas que forman los Grupos de Liturgia al servicio de las lecturas de la Palabra de Dios en cada comunidad en la que celebramos la Misa. Uno de sus miembros que forman uno de los Grupos, tuvo la idea brillante de crear un sistema rotatorio para que todos los miembros lectores leyeran cada vez una lectura diferente en las celebraciones.

   Como todo lo novedoso en la vida –Cristo y su Evangelio mismo lo fueron-, necesita abrirse camino en lo antiguo. Y para que eso suceda, hay veces que hay que remojar bien la idea para que no tire de lo anterior: “Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor” (Mt 9, 16). Pero sucede que, aun remojándolo todo bien, en algunas ocasiones lo nuevo tira de lo viejo. Y, a veces, -como dice el Señor en el Evangelio-, se producen rotos.
 
     Lo cierto es que le pregunté si quería continuar con este servicio y respondió afirmativamente, pero quiso explicarse y aclarar algo. Y lo hizo. Al cabo de unos pocos días, escribió un mensaje de texto y lo envió al grupo con el siguiente contenido:  
    
Querido grupo:
 
    Como ya anuncié en la reunión (…), me comprometo a seguir elaborando la plantilla de los turnos de lectura hasta después de Semana Santa. Pasado este tiempo, queda esta tarea a disposición de cualquiera de vosotras, que por el tiempo que estime oportuno, la quiera continuar.
 
   Aunque fue mi idea crear el cuadrante (para que los turnos sean rotativos) y me ofrecí a ponerlo en marcha, nunca pensé en quedarme con esta función "para siempre". Creo que crecemos mejor como comunidad cuando todas somos partícipe de toda la actividad de lectura en su conjunto, ya sea de la lectura en sí o del reparto de ella. El desarrollar la actividad desde ambas perspectivas nos hace más competentes, más comprensibles, más solidarias, etc. En definitiva, crecemos con más armonía en comunidad.
 
(…)
 
    Bueno, pues os envío el reparto para el próximo domingo, tomando como referencia el orden que ya se inició el pasado domingo.

   Muchas gracias a todas por vuestra colaboración.
 
    Yo creo que sobran las palabras. Aunque lo que no sobra es una reflexión sobre eso. Porque a veces pensamos que el Evangelio es poesía inaplicable a la vida ordinaria y concreta. Y ese mensaje de texto es un buen ejemplo de lo contrario.
  
   Sólo me queda darle las gracias. Y el agradecimiento es extensivo para todos los que así lo hacen y lo viven. Como un servicio. Así que, gracias. A todos.
 
   Termino con esta cita haciendo gala de mi ecumenismo:

    «El reino de Jesucristo debe ser edificado en medio de tus enemigos. Quien rechaza esto renuncia a formar parte de este reino, y prefiere vivir rodeado de amigos, entre rosas y lirios, lejos de los malvados, en un círculo de gente piadosa. ¿No veis que así blasfemáis y traicionáis a Cristo? Si Jesús hubiera actuado como vosotros, ¿quién habría podido salvarse?» (Lutero).

    Edificar el Reino de Dios nunca fue fácil. A Nuestro Señor Jesucristo lo mataron en una Cruz por eso. Pero esa es la tarea. No nos desanimemos.
 
“Haced lo que Él os diga”. (Lc 2, 5).

Juan José Segarra, sacerdote


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