Café, ¿con Fe?
EDITORIAL: CRUZANDO EL UMBRAL
CAFÉ, ¿CON FE?
El 1 de septiembre de 2022 llegué a Suiza por petición de la Diócesis de St. Gallen y gracias a la generosidad de mi Arzobispo de Valencia.
Con el deseo de construir una comunidad unida no solo en la Eucaristía, sino también en el encuentro humano, decidí implementar aquí el proyecto que ya llevaba a cabo en mi parroquia de Valencia: el Café con Fe. Todos los domingos, después de la Santa Misa de las 10h, nos reuníamos para tomar café y conversar. (No te asustes por el horario, en España solemos comer a las 14h o 15h).
La intención siempre ha sido clara: la comunidad necesita conocerse para poder amarse. Diferentes culturas, distintas historias, pero un mismo idioma y, sobre todo, una misma fe católica en Cristo Jesús. Porque, al final, todos formamos parte de una única familia humana, guiada por el amor de Dios.
Soy consciente de que las relaciones humanas nunca son fáciles. A veces, el desconocimiento genera prejuicios, y por otro lado, conocer al otro puede llevarnos a emitir juicios al ver de cerca sus defectos y manías. Pero siempre hay algo bueno en cada encuentro, porque estamos hechos a imagen y semejanza de Dios: somos capaces de amar, de perdonar, de equivocarnos y de corregirnos.
En mi opinión -que no es más que la mía y, por tanto, limitada-, no estamos viviendo tiempos fáciles. Pero esto no es motivo de desesperanza, porque nuestra esperanza nace de la fe que la Iglesia nos ha dado desde el Bautismo: esa certeza profunda de que Cristo ha resucitado. Y es esa esperanza, y no otra, la que nos debe sostener.
Sin buscar culpables — yo sería el primero en algo—, lo que a veces me sorprende y me agota es encontrarme en debates constantes sobre la doctrina y las enseñanzas de la Iglesia, no con personas ajenas a la fe, sino dentro de la propia comunidad. El Café con Fe, pensado como un espacio para compartir y fortalecer la fe, alguna que otra vez se convierte en un lugar de debate y crítica. Lo que debería ser una mesa de descanso espiritual y de comunión entre hermanos, a veces se asemeja más a una mesa de deliberaciones, donde se cuestionan a veces los fundamentos básicos de nuestra fe y el valor que tiene.
No deseo que nadie me malinterprete: no faltan el café, ni el vino blanco fresquito o el tinto, ni tampoco los aperitivos los domingos. Tampoco creo que falte la fe. Lo que, en ocasiones, creo que falta es la Fe Católica bien fundamentada. Y si eso es así, quizá se deba a algo que hemos dejado de transmitir adecuadamente en nuestras homilías, catequesis o encuentros, o también, algo a lo que hemos dejado de prestarle atención como criterio sano y santo de vida.
No se lo digas a nadie, pero a veces, me pregunto: “¿De qué sirven tantas horas de preparación de homilías, tantos libros leídos para ofrecer sana doctrina, si luego todo termina siendo cuestionado?” Se duda de los Sacramentos como canales de gracia, y hasta entre los propios sacerdotes surgen contradicciones, dejando a los fieles en la incertidumbre. Y mientras tanto, los estados de whatsapp se llenan de frases inspiradoras del Evangelio, que, eso sí, quedan muy bien como epitafios, pero rara vez se viven con profundidad.
¡Verdaderamente agotador!
Sin embargo, no quiero olvidar la parte positiva, porque la tiene, y mucha. He sido testigo de encuentros llenos de auténtica fe y amor. Personas que, aunque no siempre lo entiendan todo, se abren con humildad al misterio de Dios, dispuestas a caminar en fe en vez de quedarse en la crítica. Gente buena, de corazones nobles.
Soy sacerdote, y no puedo separar mi vocación de mi persona. Si pudiera, me gustaría ser un ángel puro. No por ego sino para poder ser capaz de mostrar el amor de Cristo sin las imperfecciones humanas. Pero, lamentablemente no lo soy. Lo que sí puedo hacer es seguir esforzándome en mi camino de conversión: confesándome, orando, y poniendo mis debilidades a los pies del Santísimo Sacramento. Y, sobre todo, confiando siempre en la misericordia infinita de Dios, que es más grande que cualquier miseria humana.
Por eso, y buscando mayor claridad, a partir de hoy, los encuentros comunitarios tras la Misa se llamarán "Café con Fe Católica". Un espacio donde compartiremos nuestra fe desde la comunión, con respeto y apertura al amor de Dios.
Y, por favor, si me invitas a tu mesa, que sea para compartir la fe, o al menos lo que nos acerca, pero no para debatirla. Te lo agradeceré mucho. Y si no, mejor no me invites.
Gracias por tu paciencia, tu amor y tu deseo de crecer y seguir a Cristo.
Que Dios nos bendiga.
Evangelio según San Marcos, 6: “7Llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. 8Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; 9que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. 10Y decía: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. 11Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos...” (sigue leyendo en la Biblia).
Padre Juan José Segarra Gómez